martes, 7 de diciembre de 2010

Cinco definiciones del salario.



El otro día hablaba sobre la desigualdad óptima en los salarios, pero creo que el tema da para rato.

En primer lugar, creo que una vez que te metes en estos temas te das cuenta de que casi todo es mera filosofía económica. El tema de los salarios puede dar mucho debate por que no está del todo claro qué es un salario. Es algo que te mereces, algo que produces, el precio que pones a tu factor trabajo, es una recompensa… Hay muchas formas muy variadas de observar los salarios y cada una tendrá sus peculiaridades en el sistema económico.

Es cierto que, modélicamente, el salario suele ser la productividad del trabajo, es decir, “lo que produces en el sistema” (más o menos). En ese aspecto, el salario sería algo que vendría determinado y justificado por tu trabajo. Es curioso también como desde la óptica de los modelos en épocas de crisis los salarios tendrían que subir (pues aumenta su productividad) y en cambio suelen bajar.

En otros modelos, el salario es un simple “bien” que se intercambia en el mercado, algo con lo que se negocia. Algo que está sujeto a más  fuerzas de las que están a tu control como puede ser la oferta total de trabajadores, la especialización o la necesidad de tu trabajo, etc.

Como recompensa seria pensar en el salario como un factor exógeno que vendría determinado por la empresa. Si pensabais que la segunda opción era la más realista no tiene por qué. Muchas empresas fijan los salarios por convenio, y ahí no tienes nada con lo que debatir. Tu salario viene dado por unas tablas, y da igual las condiciones de mercado o tu productividad. Hagas lo que hagas tu simplemente obtienes lo convenido, una recompensa por los servicios prestados.

Y cuando hablamos de “merecer”, aquí ya nos metemos en terreno difícil de pisar. ¿”Merecer”, por qué? ¿Por tu trabajo, por tu condición de persona, por tu aportación neta, por la necesidad? Estamos en el típico caso del cirujano y el limpiador. Todo el mundo comprende que el cirujano va a cobrar más pero, sea como fuere, el trabajo del que limpia la sala de cirugía es igual de indispensable. Y por esa necesidad indispensable, podemos pensar en la necesidad de un salario mínimo.

Llevamos conviviendo milenios y aun no hemos establecido de manera absoluta cual debe ser y cómo debe ser el salario.  Como si fuera algo secundario, algo de segunda importancia. Quizás es que nadie se quiere mojar, o que es algo de difícil clasificación. Algo poco “teórico”. Pero si que entra dentro de la realidad económica, y con mucha importancia.

En primer lugar para con la desigualdad. ¿Qué igualdad hay que buscar? No es lo mismo penalizar a aquel que cobra mucho porque se lo merece, por que lo produce, que a aquel que cobra mucho porque se lo quita a aquellos que lo producen y se lo merecen. Y también hay un trade-off claro entre las distintas acepciones del salario arriba descritas. Si cada uno cobra lo que produce, entonces es muy posible que se crearan desigualdades que no serian justificables desde el punto de vista meritorio, de necesidad social. Y si dejamos actuar sólo al mercado, el poder de negociación, claro por parte de unos u otros, va a hacer que la balanza se decante por unos u otros sin importar lo que realmente importa, que en cierto modo el salario es una “recompensa” por el sudor de nuestra frente.

Y aun quedaría una quinta forma. El salario como incentivador de actividad económica. De eso que hablé ya bastante en el anterior post. Salario como incentivador de estudios e incentivador de la productividad. Salario como incentivador del crecimiento.

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