Hay una diferencia entre las disposiciones de la derecha y
la izquierda para con la actuación del sector público. Pues si bien la primera
buscará la máxima eficiencia de este en base a las reducciones en su presencia,
la segunda prefiere dedicarse a buscar otros propósitos más electoralistas que
no confieran al sistema de la estabilidad que necesita.
Para mi es simple. Como creo que el sector público puede
hacer más bien que mal en según que aspectos económicos, creo firmemente que hay
que apoyar la defensa del mismo. Pero desde un punto de vista que confiera a la
rentabilidad del mismo una de las primeros pilares básicos de su actuación.
Los derroches públicos no solo han generado un sistema
sobredimensionado en el que muchas cosas han perdido toda su esencia, sino que
todo ese dinero podría haber sido destinado a otros elementos que hubieran
generado estabilidad y mayor bienestar.
En cuestión de infraestructuras y apoyo público, no solo se
ha de observar a la rentabilidad como elemento económico que determina si se
actúa o no, pero si debe ser un indicador que se deba tener en cuenta.
Generar un sector público inviable a largo plazo genera un
rechazo en temas que ya de por si están en la cuerda floja. Te deja sin
autoridad pública para poder opinar y dialogar con seriedad sin que la
confianza se vea mermada y por los suelos.
Si alguien cree de verdad en algo, debe esforzarse el máximo
en que haga el mejor bien posible, y aquí no lo hacemos.
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