Con la crisis, están surgiendo dos efectos que podrían
cambiar de rumbo la teoría macroeconómica, aunque lo más seguro es que no
tengan ningún efecto.
Toda ciencia se basa en lo que Kuhn llamaba “paradigmas”,
que podríamos definirlos como “formas de pensamiento” más o menos aceptados por
la mayoría de los científicos que focaliza la forma y el objeto de la ciencia
en un determinado momento.
En economía hemos tenido a los clásicos (si comenzamos tras
Adam Smith(, o marginalistas, el keynesianismo tras la crisis de los 30, el
periodo neoclásico y su fundamentación microeconómica. Poco a poco muchas voces
nos recuerdan que es hora de buscar otro paradigma.
Y esto se entremezcla con dos efectos característicos.
En primer lugar, muchos están empezando a sumarse a la
crítica de la macroeconomía actual. No es nuevo, claro. Lleva ya mucho tiempo
habiendo una crítica al actual sistema, pero con la crisis, muchos de los
modelos más actuales, basados en axiomas microeconómicos bastante irreales, se
están viendo como poco a poco van fallando.
A la vez, y por la misma causa, muchos de los economistas
actuales empiezan a “no entender” la crisis. El otro día Bill Gross, un reconocido inversor, pedía
perdón ante las cámaras. Había predicho que tras los continuos aumentos de
déficit los tipos de interés deberían subir (según los modelos macroeconómicos
actuales es lo que debería pasar, pero, de hecho no pasa, como así dice la
teoría keynesiana).
Por supuesto,
no deserto de sus creencias teóricas y no le dio la razón a los “keynesianos”,
sino que, simplemente, dejó caer que estábamos condenados.
Para muchos de
estos economistas, la crisis está siendo un caos del que no saben como salir.
Para otros, está siendo una crisis de manual de primero de economía. Y ese es,
fundamentalmente el problema.
Si se le está
llamando la “edad oscura de la macroeconomía” es exactamente porque los libros
de texto más básicos, los introductorios, basados más en el keynesianismo
(modelo IS-LM, por ejemplo), explican mejor algunas de las dinámicas que
estamos sufriendo que los modelos más actuales basados en la optimización
basada de agentes racionales.
Ni siquiera yo
pienso que el keynesianismo sea la respuesta. Pero quizás nos estemos empezando
a dar cuenta de que puede ser un camino que se debería tomar un poco más en
cuenta al elaborar nuevos modelos macroeconómicos.
Quizás estemos
en el comienzo de un cambio de paradigma. O quizás no. Pues hemos llegado a un
momento en el que, como decía Popper, todo puede ser verificable. Quien sabe
si, después de 10 años, cuando tras la austeridad ya estemos creciendo por
propia inercia, muchos nos dirán que solo teníamos que esperar.
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