lunes, 7 de noviembre de 2011

¿Acabará algún día la crisis Griega?

¿Quién se atreve a relatar la crisis griega como si de una epopeya se tratase? Los dioses del mercado están enfurecidos. Sacrificios con sangre en el altar de las cumbres de las montañas europeas deben hacerse para apaciguar a tales dioses, neutros, impasivos, vengativos.

Los héroes nacen y caen, y vuelven a nacer, los tiempos se suceden, los dioses continúan destrozando los pastos, dejando sin empleo a los pobres campesinos. Se alían con los océanos, hunden sus barcos mercantes y su comercio exterior. Grecia está sitiada.

Pero un emir del norte viene para apaciguar a los dioses. Dice que viene de tierras donde tienen el don de los altísimos. ¿Podrán fiarse los griegos de los conjuros y nuevas prácticas que este emir les recomiende? ¿Y si es una trampa? ¿Y si es un Dios encarnado?

La tragedia griega da para mucho la verdad. Pero hay que reconocer que no hacen las cosas bien.

El tema del referéndum es importante por lo que representa. Que una opción política que genere más democracia real, que escuche al pueblo y que tenga en cuenta una mayoría más objetiva la de una sola mente provoque que la ira de los mercados puede generar pánico social. Quizás es la mejor representación hasta ahora de porque muchos estamos cabreados por esta democracia sometida únicamente a la voluntad de unos mercados que seguimos sin poder gestionar como es debido. Pero también, en parte, tenemos que ser conscientes de que no era el momento ni el lugar.

Para tratar temas tan generales como se proponían (llegue a leer, “salir del euro, SI o NO”), se debe hacer mucho antes. Y desde luego, lo que no es de recibo, es gestionar toda una cumbre, con la única mira puesta en generar algo de confianza a los mercados (porque políticas reales…) y va el presidente del foco del dolor y se carga de un plumazo todo acuerdo, supeditando todo a un referéndum.

Llevamos años intentando darlo todo con el factor confianza. Y soy de los que opinan que la confianza no genera crecimiento, pero si facilita su articulamiento, su fluidez. Y no sé cuantas cabrás les quedan a los pobres griegos para poder sacrificar.

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